lunes, 3 de agosto de 1592

Edad:
65 años

Visita al Colegio inglés de San Albano en Valladolid

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El lunes (día 3), después de comer, tuvieron aviso el P. Personio (Robert Persons) y el P. Rector del seminario angélico, que Su Majestad iba aquella tarde, y así nos avisaron al P. Provincial y a mí. Hallamos la casa muy bien adrezada, a la puerta muchos ramos, la capilla bien colgada, con muchos papeles de versos de San Albano, y tres almohadas para Su Majestad y Altezas, donde hiciesen oración. En una pieza grande, donde hacen refitorio y oficinas, tenían puesto un estrado con tres sillas reales, las paredes todas colgadas de tafetanes llenos de enigmas y pinturas y poesías en diversas lenguas, harto ingeniosos, y todo bien adrezado. Su Majestad, después de haber estado en la casa del conde de Buendía y pasado por el colegio de Santacruz, vino ya tarde al colegio de San Albano, y hecha oración en la capilla, hallándose allí el arzobispo de Santiago, pasó a la pieza grande que he dicho, donde estaban frontero a un lado los colegiales ingleses, que pasaban de cincuenta, que cierto con su modestia eran un agradable espectáculo.

 Sentado Su Majestad y sus Altezas en sus sillas, y todos los caballeros y señores al derredor, y las señoras en su estrado; el P. Personio dijo al Rey cuáles de aquellos colegiales eran teólogos, cuáles filósofos, cuáles casuistas, que estaba así puestos por sus clases. Llegó luego un colegial mozo de muy buena gracia, y hizo una oración latina breve y elegante y muy a propósito, y besó la mano al Rey, haciendo a Su Majestad gracias en nombre de todos por tan grande merced y favor, y ofreciendo un pequeño servicio de alabanzas en diversas lenguas, por el amparo que en Su Majestad hallaban los católicos ingleses. Tras éste subió a la cátedra, que estaba frontero, Jorgecino, que es un colegialico de quince años de extremada gracia y habilidad, y hizo otra oración en castellano al mismo propósito muy gustosa, diciendo que, como extranjeros, que habían andado en diversas regiones, hablarían en diversas lenguas, declarando el salmo 71, cada uno su verso; y era éste el estilo, que decían el verso en latín, y luego en la lengua discantaban sobre aquel verso, todo a propósito de lo que padecían los católicos de Inglaterra y de la merced que Dios les hacía por el Rey Católico, y de su grandeza y piedad, justicia y virtudes, etc. Al cabo resumían en lengua latina lo que habían dicho en la peregrina.

 Fueron estos diez en estas lenguas y por este orden: hebraica, griega, latina, ánglica, catobritánica, escocés, francés, italiana, española, flamenca. El de la flamenca fué el mismo Jorgecino, y en acabando el discantar sobre el último verso:Replebitur maiestate omnis terra, fiat, fiat, habló en romance, un rato, suplicando al Rey llevase aquella obra adelante, representándole su destierro y trabajos y crueldades de los herejes, y ofreciéndole la sangre que por defensa de la fe derramasen los alumnos aquel colegio en Inglaterra, con la cual quedaría escrita en las plazas y calles de su patria la memoria del rey Filipo, que a los que ella había echado de sí, había él acogido y sustentado y honrado y amparado, etc. Dijo esto con tanta gracia y con tal afecto, que muchos o los más de los que oían no pudieron contenerse de derramar muchas lágrimas. El señor don Cristóbal de Mora me dijo que le había hecho verter muchas, y que aquélla era obra singular de Dios, y yo vi mucho de esto que digo. Su Majestad estuvo con notable gusto y alegría, y sus altezas lo propio. Acabadas las oraciones, llegaron los oradores a besar la mano a Su Majestad y a sus altezas, y el Rey mandó que también llegasen los demás, que fué para ellos de grande consuelo.

 Salieron todos aquellos señores diciendo más de lo que se sufre con modestia referir, de lo que la Compañía hacía y de lo que era aquella obra edificados en gran manera, y Su Majestad no lo mostró menos a la salida y en su casa. El señor don Juan de Idiáquez había sido como el medianero de esta venida, y no pudo prevenilla más de la misma tarde a mediodía, y quedó contentísimo que se hubiesen dado tan buena maña en tan poco tiempo, digo en el adrezo, que las oraciones y versos de antes estaban prevenidos. Mandó el príncipe por su ayo, el marqués de Velada, que lo llevasen las hieroglíficas y composiciones y versos que estaban allí colgados. Don Hernando de Toledo, de la cámara, dijo que le asentasen a su cargo el sustento de un colegial perpetuamente, y lo mismo han hecho otros señores.

 He querido escrebir esto tan especificadamente porque será de gusto y de edificación para nuestros padres y hermanos, y pienso que es mucha gloria del Señor que se entienda el favor que Su Majestad ha hecho y hace a este seminario anglicano. Nuestros amigos han dicho asaz de la merced que el Rey ha hecho a la Compañía en visitar tan benignamente un día la casa profesa y otro el colegio inglés, siendo las primeras salidas que ha hecho en público después de esta última dolencia de la gota. Vuestra reverencia se acuerde de rogar a Nuestro Señor por la salud de Su Majestad, y a mí no me olvide en sus santos sacrificios y oraciones.

Valladolid, 5 de agosto 1592.

-Josef de Acosta.


Batalla de Trafalgar - Autor: Frederick Merck
Colegio inglés de San Albano, Valladolid.
Fuentes

Carta en que da cuenta de una visita de Felipe II a la Compañía de Jesús en Valladolid. (Valladolid, 5 de agosto de 1592.)

Obras del P. Jose de Acosta, Biblioteca de Autores Españoles, Tomo 73, p.351, Madrid, 1954.

Tambien en Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, cervantesvirtual.com.

 


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