viernes, 17 de julio de 1562

Edad:
35 años

Carta de Felipe II á su hermana Margarita de Austria.

Carta de Felipe II á su hermana Margarita de Austria,Duquesa de Parma, Gobernadora de los Paiscs Bajos.

Madrid, 17 de julio de 1562.

(Archivo de Simancas—Estado—Núm. 520)

Sentimiento de Felipe II por las alteraciones de Flandes—Defiende al Cardenal Granvela de las inculpaciones que contra él se hacian—Dice que nunca pensó introducir en los Paiscs Bajos la Inquisicion de España—Avisa á la Gobernadora lo que debia hacer con los descontentos—Proyecto de su ida á los Paiscs Bajos—Prevenciones sobre Simon Renard.

Á MADAMA PARA PONER EN CIFRA.

Señora—Demás de lo que me escribistes en las cartas de vuestra mano, he visto la otra que venia en cifra, la cual mandé que descifrase el secretario Gonzalo Perez por cuya mano va esta, y hela leido no una sino muchas veces por parecerme de tal peso é importancia lo que en ella se contiene que me ha dado mucha pena y cuidado, y me le diera muy mayor si no supiera el que vos Se ñora teneis, y el continuo estudio y vigilancia que poneis en todo lo que toca a mi descanso y descargo de la obligacion que tengo á esos Estados, lo cual conozco cada dia mas.

Y por el amor y cuidado con que agora me habeis avisado de todo lo que allá pasa y del camino que llevaria el remedio dello, (pie me ha parecido muy prudentemente considerado y como vos soleis todas mis cosas, os doy muchas gracias por ello, y iré aqui particularmente respondiendo lo mas en breve que pudiere á lo que en esta carta me escribis.

Lo primero será deciros que no ha podido dejar de pesarme y mucho llegarme al alma el entender de la manera que ahi pasan los negocios, y la poca consideracion y respeto con que tratan de las cosas, y heme escandalizado mucho de que tales personas y que tienen tantas obligaciones de ayudaros y asistiros para todo lo que conviniese al bueno y pacifico gobierno desos Estados, no solo no lo hagan como deurian, mas antes desayuden y den ocasion á que otros que por aventura ternian quietos los ánimos, se perturben é inquieten.

No podemos dejar de sentirlo mucho, y quedo dello con el descontentamiento que podeis, Señora, considerar; y hánme parescido muy bien todas las prevenciones que hicistes para estorbar que no se juntasen en casa del Principe de Orange como se habia comenzado para dar por escrito la respuesta, y lo mismo en que no se juntasen los Estados sino por la via ordinaria como abajo se dirá, y todas las otras diligencias que sobresto hicistes para inquirir y saber la causa y fines que tenian.

V aunque todas las que entendistes que ellos toman por ocasion de su ruin voluntad son vanas y tan sin fundamento como vos sabeis, el quejarse de vos Lien se ve cuan fuera de toda razon seria, tratándolos vos con el amor y voluntad que los tratais, y mostrando tanto cuidado de las cosas del bien público desos Estados.

Pues en lo que toca á las quejas que dan del Cardenal de Granvela despues que vos estais ahí, vos sabeis mejor que nadie cuan sin razon le culpan, y lo que hace y trabaja en beneficio desos Estados, y de lo de antes yo soy buen testigo de lo mismo, y vos lo podeis certificar de mi parte donde fuere menester, y principalmente en lo de los nuevos obispados, que nunca me dió consejo en ello, antes yo estuve algo recatado del temiendo que no venia bien en ello; y así él no lo supo hasta estar bien adelante el negocio: harto antes lo supo el Marqués de Bergas estando yo en Inglaterra antes que se comenzase á tratar dél ni que yo enviase al Doctor Zonio á Roma sobrello, y aun para que aceptase el arzobispado de Manilas, fué menester que yo le hiciese mucha instancia sobrello antes que lo quisiese tomar.

En lo segundo que dicen que me escribió el Cardenal que seria menester cortar media docena de cabezas para tener pacíficos esos Estados, es cosa cierta que nunca el tal me escribió, ni creo que le pasó por pensamiento, aunque quizá no seria mal hacello; y yo tengo muy gran razon de agraviarme de los que se quejan agora que el Cardenal entienda en los negocios desos Estados, por que no habiendo hablado en ello ni quejádose en tiempo del Emperador mi Señor que está en gloria, cuando los trataba que era nuevo en ellos, se quejan agora en mi tiempo cuando él tiene tanta experiencia y noticia dellos y los trata con tanta prudencia, habilidad y buena manera, pagándole con ingratitud el trabajo y continuo cuidado que en ello pone, que no sé yo hombre dellos que lo pudiese suportar.

Lo que inventan de la Inquisicion, que la queremos introducir al modo de España, tambien es falso y fuera de toda razon , porque la que ahí se usa es mas sin misericordia que la de acá; pero ni nunca el Cardenal me lo ha escripto ni tratado sobrcllo, ni á mí me ha pasado por pensamiento; y si el confesor dijo algo dello debió de ser porvia de plática ó tratando de la via ordinaria que disponen los sacros cánones.

En la plática que pasastes con Barlemont, una de las cosas que mas me satisfizo fué lo que él respondió á Nasou en la junta que tuvieron , que fué conforme á su deber y obligacion; y de lo otro estoy harto maravillado.

Y pues es así como, Señora, decís, que esos podrian ser mucha parte para dar ocasion á que suceda algun motin ó levantamiento en que despues ellos mismos no podrian ser parte para lo atajar y apagar, mirad si será bien que vos se lo representeis y deis muy bien á en tender por la via y con el buen modo que vos sabréis usar para que conozcan el daño que podrian causar, y el inconveniente y garbullo que se meten, para que por su parte se desvelen y procuren impedirlo y dar tales medios cuales se requieren para que no suceda; quentrellos bien creo que hay hombres de buenas intenciones, sino que se deben dejar llevar de los que no las tienen tales.

Y porque no caigan en imprudencia en este inconveniente, será bien que vos, Señora, los aviseis como sabréis por vuestra prudencia y usando de algunos medios que sean convenientes y á propósito, para que por todas las vias posibles se estorbe el pasar la cosa á tan malos términos como temeis; y señaladamente habeis de procurar de tenerlos divisos y que no hagan juntas entre si como las que se habian comenzado á hacer; que no se junten los Estados conforme á lo que se hizo en la ayuda novenal, que entonces no se pudo escusar y á algunos les pareció convenir, y de presente seria muy dañosa y perniciosa, y no por la via ordinaria y de antiguo acostumbrada; que se les haga la proposicion á todos juntos y despues se negocie con cada uno aparte, y buscando todos los otros medios y espedientes posibles para estorbar este daño como yo confío que los buscaréis y os desvelaréis en ello viendo lo mucho que me va, y que lo debeis al amor que yo os tengo.

Lo que decis que debo responder á Montigni cuando aca viniere, me ha parecido muy bien y muy prudentemente considerado, y asi le responderé y satisfaré á estas cosas en conformidad de lo que os parece y me hablare en ellas; y aunque no me hable buscaré ocasion para decirselo todo con el cumplimiento que conviene.

Y aunque os parece como es asi en el efecto muy dificil cosa dar paresceres en casos y negocios semejantes á este, todavia os ruego, Señora, que como quien tan bien los entiende y los tiene presentes y me ama tanto, no dejeis de avisarme muy á menudo por todas las vias posibles de lo que os paresce que se puede y debe hacer, porque visto aquello y considerado lo que acá mas se ofreciere, se hagan las prevenciones y provisiones que humanamente se pudieren para evitar que no suceda inconveniente.

Cuanto al último punto que tocais en esta carta en que os paresce que el verdadero remedio de todo seria mi ida á esos Estados por las causas y razones que deeis, y otras muchas que se dejan considerar, á mi me parece muy conveniente y necesario, y desde agora digo que si con sola mi persona eso se pudiese remediar, que ni me falta voluntad ni gana para ello, ni hauria cosa en la vida que me lo estorbase; pero esto no podria dar el fruto que se pretende si no fuese con tal provision de dinero que yo no perdiese autoridad ni dejase de proveer á las necesidades presentes y á las que se podrian ofrescer, y asi ando dando órden en lo del dinero en que hay la falta que debeis tener entendida, pero con tal presupuesto que si puedo haber la provision necesaria para mi ida y estar ahi con la reputacion que conviene, no haurá otra cosa de la vida que me lo estorbe, porque conozco bien lo que me va en ello, y no solo á mi y á mis reinos, sino á toda la cristiandad.

Y asi con esta esperanza podréis allá entretenerlo todo lo mejor que pudiéredes, que la misma daré á Montigni, y no atenderé á otra cosa sino á juntar dinero para mas presto poder conseguir este mi deseo.

Habiáseme olvidado de deciros que vistos los malos oficios que Simon Renart (1)  hace en estas cosas, veréis allá si se podria con algun medio apartar de ahi enviándole á alguna parte ó comision como allá os pareciere. Verlohéis, Señora, y avisarmehéis dello con el primer correo..

 

(1) Simon Renard, flamenco de nacion, despues de haber de sempeñado varias comisiones arduas confiadas á su talento y habili dad por el gobierno español, se distinguió principalmente cuando fué enviado á Londres á negociar el matrimonio de Felipe II con la Princesa Maria Reina de Inglaterra.

A la época de las primeras turbaciones de Flandes parece que tomó partido con la nobleza contra el Cardenal Granvela, á quien se acusaba de ser la persona mas influyente cerca de Madama Margarita, Duquesa de Parma y Gobernadora de los Paises Bajos , y este sin duda seria el motivo porque Felipe II deseaba alejarle de aquel pais.

Fuentes

Colección de Documentos  Inéditos para la Historia de España

D. Martin Fernández Navarrete, D. Miguel Salva, D. Pedro Sainz de Baranda,

Individuos de la Academia de la Historia.

Tomo IV.

Madrid: Imprenta de la Viuda de Calero, 1844.

 

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