jueves, 18 de octubre de 1548

Edad:
21 años

El Príncipe Felipe llega a Gerona.

De aquí vino a la antigua ciudad de Girona, de la qual en Cataluña se toma el título de Príncipe y Duque de Monblanc y Señor de Balaguer, y como a tal le salieron a recibir, y fue la primera ciudad adonde el Príncipe entro con pompa y aparato real,

Dió la salva del artillería señal de su venida, Esperavale fuera de la ciudad una buena compañía de soldados armados de coseletes y otros arcabuçeros. Salieron muchos cavalleros y gentileshombres a recibirle bien adereçados en cavallos galananente guarnecidos.

Venía el Principe muy bIen acompanado de cavalleros. Iban delante dos maceros con sus maças reales, seguianse luego dos reyes de armas con sus cotas de insignias reales, y delante del Príncipe don Antonio de Toledo, su Cavallerizo mayor, con un estoque desnudo levantado en la mano; y detrias del Principe yva cl Duque de Alva.

Llegando junto a la ciudad, le recibieron los Cónsules con el devido acatamiento, como a su Príncipe y señor natural; y leváronle con gran pompa y solennidad con un rico palio, y aviéndole atado dos gruessos cordones de seda al freno del cavallo, y todos los regidores de la ciudad asidos d'ellos, llevaron al Principe como por las rien-das con esta cerimonia, como lo tienen por costumbre en Cataluña quando reciben y juran a su Principe.

D'esta manera fue a la iglesia mayor, y a la mitad de las gradas que ay para subir a ella, salió don Juan de Margarit, obispo de Girona, vestido de pontifical, y las dignidades, canónigos y clerezía a le recibir con toda aquella solennidad y cerimonia eclesiástica que se suele recibir un Príncipe y señor natural, y aviendo adorado una cruz rica que el Obispo tenía en sus manos, entrộ en la yglesiay hizo oración.

De allí tue a posar a la casa del Obispo, el qual hizo plato al Príncipe y a toda su real casa, y hizo proveer de todo lo necessario muy cumplidamente.

Estavan las ventanas de las casas muy bien adornadas de alhombras y tapicería, llenas de muchas y hermosas damas que en la ciudad avia.

A la noche, en señal de la pública alegría, se hizieron muchos fuegos y luminarias por todas las calles y por las murallas, torres, templos y ventanas, regozijandose con muchas danças y bayles, discurriendo por toda la ciudad, haziendo los arcabuzeros salvas y escaramuças con que manifestavan el gozo que de la presencia del Príncipe la ciudad tenia... 

Fuentes

Calvete de Estrella, El felicíssimo viaje, ed. Paloma Cuenca (Madrid, 2001), pag 30.

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