martes, 2 de octubre de 1548
Comienza el felicíssimo viaje del Príncipe Felipe desde Valladolid.
Después que el Principe uvo celebrado y regocijado con esta y algunas otras fiestas (que la brevedad de la partida dio lugar) el casamiento de los Príncipes Maximilianoy doña María sus hermanos, dexándolos en el govierno de España como el Emperador lo avía enviado a mandar, dio orden a su partida, mandando, lo primero, cavalleriza y pages y otros impedimentos de la casa partiessen delante a Barcelona porque entrava ya el inviernoy se perdia la commodidad del buen tiempo para la navegación, y para abreviar su viaje, acordo de hazer su camino por la posta hasta Barcelona, y mandó que para ello se tuviessen en cada posta gran numero de cavallos
Primero de octubre del año de mil y quinientos y quarenta y ocho, el correo mayor embió delante a avisar de la partida y apercibir las postas que se avían mandadado proveer, y el día siguiente partió el Principe por la posta de Valladolid, y en su acompañamiento el Cardenal de Trento; don Juan Pogio ObIspo de Troppea, Nuncio del Papa Paulo Tercio; don Hernand Álvarez de Toledo, Duque de Alva; don Gonzalo Hernández de Córdova, Duque de Sesa; don Antonio de Toledo, Cavallerizo mavor Ruy Gómez de Sylva, don Juan de Benavides, gentileshombres de la cámara; don Gómez de Figueroa, Capitán de la guarda española, y Reymondo de Tassis, Correo mayor del Emperador, y algunos oficiales de la cámara y boca.
Llegó a comer a Quintanilla y a durmir a Aranda de Duero.
El día siguiente comió en Castril y durmió en el Burgo de Osma.
El tiempo hazía de muchas aguas y tempestades, mas no por esto dexó (aviendo comido en Matute) de seguir su camino hasta Montagudo, que es el puerto y postrer lugar entre Castilla y Aragón.
Aquí vino una triste nueva al Duque de Alva, de lamuerte de su hijo primogénito, don García de Toledo, cavallero mancebo, pero de esclarecida muestra de virtud, y que con mucha razon se esperava d'él que no fuera inferior a sus passados.
Tomólo el Duque con aquella constancia de ánimo con que suele emprender las altas y grandes cosas que con tanta gloria y fama de su nombre y casa en servicio del Emperador ha acabado. Puso en admiración a todos su gran valor y prudencia, y dio un exemplo illustre de singular grandeza y fortaleza de ánimo para saberse valer y governar en semejantes golpes de fortuna.
Fuentes
Calvete de Estrella, El felicíssimo viaje, ed. Paloma Cuenca (Madrid, 2001), pag 28.