jueves, 21 de julio de 1580

Edad:
53 años

Cómo prosiguió la batería y se rindió el Castillo de Otán.

Víspera de la Madalena, a los veynte y uno de Julio, prosiguió la batería sobre el castillo, y Bendamota se defendía peleando con mucho ánimo, aunque su artillería ya no podía jugar tan libremente como lo havía hecho hasta allí, a causa de que aquella noche don Francés de Álaba, general de la artillería, havía hecho subir en la punta más alta de la montaña, que sujetava el castillo, seys esmeriles, con los quales hazía gran estorvo al enemigo porque le dava con las balas en medio de su artillería, que no le dexava llegar a disparar. Y con todo este peligro Bendamota no afloxava, aunque no disparava tan a menudo como solía a causa de los esmeriles. Y al mediodía imbió un marinero al Duque con un plato en la mano, y en él un cuchillo y una soga, el qual de su parte le dixo que él tenía aquel castillo de mano del Rey don Antonio y que si no fuesse por su orden no le entregaría a nadie, y que entendiesse su Excelencia que él era soldado y tan viejo que ya naturalmente su vida era corta, y que él estava determinado de acabarla peleando, como a su Rey lo havía prometido, porque él estava muy cierto de que si caýa en manos de su Excelencia le havía de quitar la vida. Y que siendo esto ansí, que allí le imbiava cuchillo y soga para que usasse con él de lo que más pluguiesse, pudiendo haverle en sus manos.

El Duque respondió que hazía mal en no rendirse, mas que siguiesse la opinión que le pareciesse, que él haría lo mismo. Y a esta hora estava ya el castillo muy aventanado, y la batería de todas partes no cessava, y el galeón que havía quedado junto al castillo peleava con gran puxança. Y nuestros tercios no dexavan assomar a nadie por las almenas que no le matassen. Era el castillo de peña viva hasta el medio, y de allí para arriba de muy gruessa muralla, con un fosso de agua a la redonda por la parte de tierra, y por adelante le bate la mar.

Mas con toda su fortaleza, quando fueron las tres de la tarde en el mismo día, ya los omenajes y obras muertas estavan gran parte d’ellas por tierra, y en los lienços grandes boquerones. Lo qual visto por Bendamota y que con tanta pujança le tenían cercado y le batían, aunque nuestra armada no havía començado a pelear, desmayó tanto que imbió a dezir al Marqués de Santa Cruz que por aquel día no le batiesse con el armada para que pudiesse tomar acuerdo en lo que havía de hazer, y que de allí podría resultar haver de rindir el castillo.

Y el Marqués túvolo por buena señal y lo aceptó, supuesto que tenía ya desarboladas todas las galeras y abatidos los trinquetes13, y los cañones de cruxía14 puestos en proa cargados con las demás pieças que traýa para dar su batería al castillo, si no fuera por el concierto que havían hecho; y como la batería por tierra no cessava, y siempre hazía mayor abertura en el castillo, tuvo creýdo Bendamota que muy presto le podrían dar assalto, lo qual estava ya de apercibo para que le diesse don Pedro de Médicis al amanecer; y como fuesse a puesta de sol, abatieron los del castillo las banderas de guerra que tenían levantadas en lo alto y pusieron otras blancas de paz, y lo mismo hizo el galeón y nao que havían quedado junto al castillo, amaynadas las velas, y luego de todas partes començaron a hazer salva el castillo a la armada, la qual con todas sus pieças la hizo al castillo, y luego se fue cerrando con él, cogiendo en medio el galeón y la nao, tocando muchos menestriles, y también nuestra artillería que estava en la montaña, y los tercios de infantería hizieron a un mismo tiempo su salva.

Y luego el Prior de San Joan y don Pedro de Médicis entraron con mucha gente en el castillo, y Bendamota salió luego a besar las manos al Prior, suplicándole fuesse su amparo, pues qualquier buen soldado debe cumplir su pleyt’omenaje. El Prior le recibió muy bien y se apoderó en el castillo, y no consintió saquearle, antes puso guardia en él y en lo que dentro havía, y mandó poner a recado a Bendamota y sus soldados, y en las naves y gente que en ellas havía, y el Prior se quedó allí aquella noche. Y al punto ya que anochecía començó el armada a navegar a Setúbar, que estava una lengua de allí, con el galeón y nao que havían ganado en medio del armada, y venían siempre haziendo salva a Setúbar con todas las pieças que traýan, ansí en el armada como en el galeón o nao, sonando los menestriles.

Y acabado de anochecer llegaron con esta victoria a la marina de Setúbar, donde el Marqués de Santa Cruz saltó luego a tierra y fue a besar las manos al Duque. Y otro día por la mañana Bendamota fue con el Prior a Setúbar, y queriendo besar las manos al Duque no quiso que le viesse, y mandó poner de presidio en el castillo dozientos soldados, y de guarnición en cada uno de los galeones quarenta.

Fuentes

Antonio de Escobar, "Verdadera recopilación de la felicíssima jornada que la Cathólica Magestad del rey don Felippe nuestro señor hizo en la conquista del reyno de Portugal", impresa en Valencia, en casa de la viuda de Pedro de Huete, en 1586.

ed. de Amparo Alpañés

Anexos de la Revista Lemir (2004)

 

 

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