sábado, 24 de febrero de 1590
Carta del P. José de Acosta sobre la visita de Andalucía.
Relación de la visita a la provincia de Andalucía, dirigida a Su Majestad. Cádiz, 24 de febrero de 1590
1. Señor: Comenzóse la visita de esta provincia de Andalucía por el mayo pasado de este año de 89, y hasta todo el mes de septiembre las casas que he visto son: Baeza, Córdoba, Montilla, Granada. En todas ellas hay estudios, la de Baeza tiene como treinta religiosos, la de Córdoba setenta, la de Montilla por ser juntamente noviciado, casi otros setenta, la de Granada sesenta.
En Córdoba se juntaron con el visitador al principio de la visita el provincial y padres graves de esta provincia, parte de superiores y parte de otros, donde se confirió de lo necesario para reformación y buen modo de proceder, y se trataron algunas ordenaciones de nuevo enviadas por el P. General, especialmente de acudir luego a cualquier cosa que Su Majestad se sirva mandar a la Compañía, sin hacer recurso ni consulta a Roma, de tener por revocados todos los privilegios dados a la Compañía, que no son del gusto de los señores del Santo Oficio, de dar orden que luego hiciesen profesión los que son aptos para ella, de ir pensando las personas idóneas para gobierno para ocuparlas en él. Estas ordenaciones y las demás cosas que se trataron en la dicha conferencia se enviaron a todos los colegios y casas de la provincia, y por el efecto han parecido de mucha importancia.
Desde el dicho mes de mayo han hecho profesión, de suerte que ni tienen ni son capaces de herencia, nueve de los antiguos, y con brevedad la harán otros muchos.
De los que están en el noviciado fueron despedidos tres, por no hallarlos idóneos para la religión. De los que han hecho los votos acabados dos años, ha sido despedido uno sólo por indisposiciones y causas muy justas a petición suya. Para ser de la Compañía ha sido admitido sólo uno, porque aunque ha habido y hay muchos que hacen notable instancia por ser recibidos, ha parecido que la provincia tiene bastantes sujetos, y que están las casas con menos renta y hacienda de la que es menester para sustentarlos.
Hanse enviado en este tiempo diez y ocho sacerdotes de dos en dos a misiones, a partes necesitadas de doctrina, dos por la tierra de Córdoba, dos por la campiña, dos a las Alpujarras de Granada, otros dos a villas del llano, dos a Zahara, y así otros a otras partes. Van estos religiosos a pie y pidiendo limosna conforme a su regla. Es notable el fruto que han hecho y van haciendo. Todos ellos son teólogos y algunos de los mejores predicadores. Dura una misión de éstas dos o tres o cuatro meses, conforme al número de los pueblos y necesidad de doctrina. Otras diversas misiones están señaladas aunque no ejercitadas.
Fuera de éstos han salido de la casa de probación o noviciado a peregrinar y decir la doctrina cristiana otros doce, yendo siempre un sacerdote antiguo con dos novicios para hacer algún fruto con su doctrina.
Sin éstos por orden de Su Majestad se han enviado a las Filipinas otros dos religiosos, buenos sujetos.
Por estar los colegios con necesidad, se ha puesto la moderación posible en edificios y otros gastos.
En los estudios se ha asentado, conforme a la orden del P. General, que los catedráticos de teología sigan enteramente la doctrina de Santo Tomás, y así en la filosofía como en la teología se eviten nuevas opiniones, y en esto se ha puesto especial diligencia. En las escuelas de latín se ha añadido una clase en Córdoba y otra en Granada, para satisfacer mejor al número de los oyentes.
El modo de enseñar la doctrina por las calles y plazas y el de predicar que usaron los primeros de la Compañía, se ha renovado, y el acudir a cárceles y hospitales con más frecuencia.
En estos particulares y en otros se han puesto los medios necesarios para que haya ejecución, parte con amonestaciones comunes, parte con trato particular de cada uno, y parte también, con el rigor cuando ha convenido. No ha quedado persona alguna de las casas que se han visitado a quien el visitador no haya llamado y oído y recebido sus avisos o quejas, y por escrito cuando ha convenido, procurando consolar y corregir y remediar lo que se ha ofrecido.
Por la gracia divina puedo dar testimonio, y así le doy ante su divina Majestad que me ha de juzgar que, a cuanto agora he visto, hallo buena disposición y observación religiosa en esta provincia y aunque hay algunos menos perfectos y menos observantes que otros, lo común y lo más y lo mejor es do gente deseosa de agradar a Dios y salvarse, y que de su instituto y gobierno de sus mayores tienen satisfacción y contento, aunque también algunos han sido desconsolados o por sus faltas o por las que sus superiores han tenido en el gobierno, a los cuales hasta agora no ha sido difícil el consolarlos, y cuando la visita se acabe y quede todo en el orden que se pretende y parece convenir, se entiende serán aun más consolados y ayudados para proceder bien en su religión y santo instituto.
2. Señor: Desde Granada di cuenta a V. Majestad de la visita que hasta el octubre pasado tenía hecha en los colegios de Baeza y Córdoba y Montilla y Granada. Agora las daré de los que después acá he visitado, que son la Casa Profesa de Sevilla y los colegios de Marchena y Trigueros, Jerez y Cádiz, que al presente estoy visitando.
En este tiempo se han puesto en ejecución algunas ordenaciones importantes que el P. General de nuevo ha enviado a estas provincias. Una es que todos los rectores o superiores se desocupen cada día una hora, o por lo menos a tercer día, y en aquella hora a solas consideren las faltas de su gobierno, y las necesidades y medios que para remediarlas puede haber, leyendo para este efecto un rato lo que toca a sus oficios, y pidiendo a Nuestro Señor luz y gracia para acertar. Esta ordenación se va cumpliendo y se halla ser de mucho provecho. También lo es otra de conferir con sus consultores cada ocho días una hora sobre la observancia de sus reglas e instituto. La última ordenación ha sido para ocurrir a las necesidades temporales de los colegios que están muy empeñados y adeudados, prohibiendo el tomar a censo, y recibir más número de sujetos, y hacer gastos de fábrica y edificios. En esta parte de estar muy trabajados con deudas y censos los colegios, y haber hecho algunos edificios y gastos con menos consideración de lo que convenía, hallo mucha necesidad de remedio. He conferido dos veces haciendo junta de los padres graves y expertos sobre esta materia, y parece se van tomando algunos medios para repararse el daño dicho.
En lo espiritual hallé también alguna necesidad de reformación, especialmente en la casa de Sevilla, donde es grande el concurso del pueblo a recibir la doctrina y sacramento en aquella casa. Hízose el examen que convenía de predicadores y confesores, y alguno que no fué hallado tan idóneo, se le quitó el ministerio hasta serlo, y a otros se moderó conforme a su suficiencia. Comúnmente hallé buena suficiencia de letras y religión. El propósito de aquella casa se mudó: éralo el P. Antonio Cordeses, hombre muy antiguo y que ha sido provincial de diversas provincias mucho tiempo, y por su persona muy ejemplar; mas por estar ya muy viejo y haber regido aquella casa ocho años, pareció descargarle. En su lugar se dió el cargo al doctor Esteban de Hojeda, hombre antiguo en la religión y letrado, que fué colegial en el colegio de Cuenca de Salamanca, y al presente era rector del colegio de Málaga.
También se mudó el rector de Córdoba, que era Juan de Montemayor, hombre docto y buen religioso y prudente; fué necesario mudalle por haber ya dos trienios cuasi que tenía el cargo, y en esta provincia era tenido por algo parcial y los más de ella no estaban bien con él, y así convino mudalle a la provincia de Castilla de donde él era. En su lugar sucedió Juan de Sigüenza, sobrino del inquisidor Rego que fué de Valladolid, hombre docto y religioso y acepto en su gobierno, que era rector del colegio de San Hermenegildo de Sevilla. En el dicho se puso por vicerrector Melchor de Castro, que era en él el catedrático de teología más antiguo; y en el colegio de Málaga se puso Cristóbal Méndez, que era compañero del provincial; y se le dió por compañero Francisco Duarte, que se entiende ayudará bien. Estas elecciones comúnmente han dado satisfacción, algunos entiendo no se han contentado: hanse hecho oyendo y tomando los mejores pareceres de la provincia, y espero saldrán bien.
Profesión hicieron tres religiosos antiguos en Sevilla, y para otro número bueno están hechas las diligencias que se requieren, y harán profesión, de modo que todos los antiguos la hayan hecho antes de acabarse la visita, si no fuere los que con justo examen no se hallaren idóneos.
Algunos inquietos fueron corregidos con penitencias públicas y secretas, y uno que era muy perjudicial por su mala lengua y ruines costumbres, después de haberse hecho copiosa información, fué excluido de la Compañía, aunque sin título afrentoso por causa de sus deudos, a quien también era justo que remediase, por padecer su madre y cinco hermanas gran necesidad: llámase éste Miguel de Medina, natural de Baeza.
Algunos muy antiguos en esta provincia fueron notados de ambición y pretensión de cargos, y así por esto como por no se tener de su gobierno que otras han tenido la satisfacción necesaria, antes ser tenidos por parciales, no fueron promovidos.
En todos los colegios que se han visitado se han ido poniendo oficiales y renovando la observancia de obediencia y pobreza, y procurando que los antiguos den ejemplo en ésto. También se han puesto maestros y predicadores y confesores donde había necesidad, y a lo que se puede pensar las cosas han quedado bien mejoradas y con paz y contento general, si no fuese por ventura de algún inquieto ambicioso, que éstos nunca se contentan sino con alcanzar lo que pretenden.
De estas cosas y de otras más particulares daré personalmente cuenta a Vuestra Majestad siendo Vuestra Majestad servido, en acabando la visita de esta provincia de Andalucía, de la cual queda ya poco por visitar. Dios Nuestro Señor guarde a V. M. muchos años para defensa de la religión católica y amparo de todas las religiones de la santa Iglesia y de esta mínima Compañía de Jesús, en la cual todos continuamente suplicamos a su divina bondad la prospere felicísimamente. Amén.
En Cádiz, 24 de febrero 1590.
Fuentes
Obras del P. Jose de Acosta, Biblioteca de Autores Españoles, Tomo 73, p.346, Madrid, 1954.
También en Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, cervantesvirtual.com.