viernes, 26 de agosto de 1580

Edad:
53 años

Cómo el duque mandó alojar la cavallería en los arravales de Lisboa, y lo que saquearon en ellos.

El día siguiente, viernes a los veynte y seys de agosto, el Duque mandó que toda la cavallería se alojasse en los arravales de Lisboa y la guardassen de día y de noche, ansí por lo que convenía a la seguridad de la ciudad como para que si acudiesse alguna gente de la tierra, sediciosa y rebelde, que pretendiesse de noche hazer daño a los castellanos que estavan de guardia, peleassen con ella, y si fuesse necessario diessen arma para que nuestra infantería, que entonces estava alojada en Belén, acudiesse. Y que aquella noche hiziessen centinela los continos en las calles de los arravales hasta el día, los quales se armaron y pusieron a cavallo con orden de desbalijar y prender a los que topassen, aunque fuessen de los nuestros, y matar a los que se resistiessen. Y ansí anduvieron toda la noche por las calles hasta las puertas de Lisboa y por la marina, hasta que fue de día, sin haver topado ninguna gente portuguesa, sino fueron algunos soldados castellanos que andavan sin orden buscando algún aprovechamiento, a los quales prendieron y entregaron a sus capitanes.

Y aquel día partió el Duque de Belén y se fue a aposentar al arraval de Lisboa para dar orden desde allí a la gente de guerra, y el Prior dentro en la ciudad para determinar las cosas de justicia. Y algunos de los de nuestra cavallería e infantería, como acabaron de saquear los arravales, començaron a correrla tierra y saquearon las caserías, quintas y cortijos, y los pueblos de la comarca, bien quatro leguas a la redonda de Lisboa, que lo havían bien menester porque la gente yva gastada y aunque havían saqueado el arraval de Setúbar. Y después que huvieron desembarcado, también saquearon a Cascaes y a Sant Gián de Hueras, fue poco el provecho que de allí huvieron, porque lo bueno que havía ya los portugueses lo havían desviado a otros pueblos y lo tenían escondido so tierra quando los castellanos llegavan. Y los del arraval de Lisboa havían recogido la mejor parte de lo que tenían a los monesterios de la ciudad. Y de lo que más hallaron fue ropa y axuares de casa, y mercaderías pesadas como trigo, cevada, vino, azeyte, palo de la India, brasil, y otras semejantes mercaderías. Y d’este aprovechamientoquien huvo la mejor parte el día de la batalla fueron los que de la infantería no tenían por principal presupuesto el honor, que los que le tenían yvan siguiendo la victoria y por entonces sin género de codicia, y los que la tenían dexavan de cumplir con su obligación, por executarla, entrándose en las casas a saquear.

Y como aquel día por la tarde se bolvió nuestra cavallería a Belén, y no tornó a Lisboa hasta el día siguiente a tomar alojamiento, havía ya poco que saquear quando bolvieron, porque la infantería, que havía ydo más de mañana, havía llevado lo mejor de lo que dexaron el día antes, y ansí la cavalleríase aprovechó poco. Ansí por esta razón como porque el día de la batalla ninguno quiso salir de orden después de la rota, aunque bien pudieran desviarse algunos d’ellos de sus estandartes, que sin se echara de ver, porque los olivares donde hizieron alto eran grandes y muy espessos, y quisieron más ganar honra que provecho. Huvo nueve capitanes de infantería reformados, los quales como no tenían gente ni cosa de obligación a qué acudir más que los aventureros, que d’estos huvo alguna cantidad, ansí los unos como los otros se pudieron aprovechar porque no tuvieron quien se lo impidiesse.

Fuentes

Antonio de Escobar, "Verdadera recopilación de la felicíssima jornada que la Cathólica Magestad del rey don Felippe nuestro señor hizo en la conquista del reyno de Portugal", impresa en Valencia, en casa de la viuda de Pedro de Huete, en 1586.

ed. de Amparo Alpañés

Anexos de la Revista Lemir (2004).

 

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