martes, 27 de septiembre de 1558

Edad:
31 años

Carta anónima de un monje jerónimo sobre los últimos momentos del Emperador.

Carta sobre los ultimos momentos del Emperador Carlos V, escrita en Yuste (No se dice por quien) a 27 de setiembre de 1558.

Copiada de la Coleccion de manuscritos de D. Luis de Salazarletra M. tom. 209, por D.Manuel Abella individuo de la Academia de la Historia.

 

" El Padre fray Juan Regla (1) confesor del Emperador está bueno, aunque con mucho trabajo con la enfermedad de S. M., tanto que algunos días no se aparta de su cabecera sino á comer porque S. M. no se halla sin él. El Padre fray Francisco Villalba predica todos los domingos y fiestas á las tres de la tarde hora y media á S. M. y al convento sin permitir que otro alguno de fuera esté presente. De Yuste á 14 de setiembre año de 1558.

Después de escrita esta sucedió la muerte de S. M. á 21 de setiembre dia de San Mateo Apóstol á las dos horas después de media noche estando presentes el arzobispo de Toledo fray Bartolomé Carranza y Miranda, el Conde de Oropesa, el Comendador mayor de Alcántara y algunos otros caballeros, y fray Juan Regla confesor de S. M., fray Francisco de Ángulo, fray Francisco de Villalba y el Prior pasado de Granada, y no otro porque no quiso Luis Quijada que estuviese presente todo el convento.

Su muerte pasó de esta manera: que después de haberse confesado comulgó en la misa que el Padre confesor le dijo en su cámara, y en este acto mostró bien á la clara la gran fe y devoción que en este Santísimo Sacramento tenia, porque con toda su flaqueza que era extrema estuvo mas de un cuarto de hora de rodillas con el mayor acatamiento y reverencia que un hombre puede mostrar, diciendo admirables cosas en alabanza del Santísimo Sacramento, tales que parecia verdaderamente que el Espíritu Sánto las dictaba y él las pronunciaba, y así recibida la comunión, quedó muy alegre y contento. Dende á dia medio pidió la extrema unción.

 El dia antes que muriese estando muy flaco y la habla muy atenuada dijo al confesor que fuese al sagrario, y le hiciese traer el Santísimo Sacramento públicamente con la solemnidad que la Iglesia acostumbra llevarlo y darlo á los otros enfermos, y así luego se lo llevaron en procesión todo el convento, y los legos que se hallaron presentes ; y estando tan al cabo como estaba lo recibió con grandísima devoción diciendo todo el verso:in manus tuas Domine commendo spiritum meum, redimisti nos Domine Deus veritatis,con tanto fervor que parecia que su vida era mas larga.

En toda su enfermedad hasta la última boqueada estuvo con muy buen juicio y entendimiento ; y estando sano dijo muchas veces al confesor que todos los dias desta vida rogaba á Dios tuviese por bien dejarle morir en su juicio, lo cual el Señor le concedió. Entre muchas escripturas santas que le leian el tiempo que le duró su enfermedad, quería que le leyesen y repitiesen muchas veces el salmo que comienza Domine refugium factum es nobis. Estando para espirar dijo al arzobispo de Toledo que le declarase algunos versos del salmo De profanáis, del cual el arzobispo declaró los tres primeros, y estando declarando el 4." que comienza quia apud te propitiatio estj le vino la última congoja de la muerte y el arzobispo le puso un crucifijo en las manos con el cual se abrazó tan fuertey devotamente que fué cosa muy digna de ver.

Y estando ya sin hablay peleando con la muerte súbitamente dijo como respondiendo á alguno que le llamaba Ya voy Señor, las cuales palabras oyeron muchos de los que mas junto de él estaban, y cuando se le arrancaba (sin duda falta el alma) se le estremeció todo el cuerpo, y dijo con tan gran voz como si estuviera sano Jesús, y con esta santa palabra acabó la vida para comenzar la que siempre ha de durar.

 Después de muerto le pusieron en un ataúd de madera, dendá tres dias le pasaron á otro de plomo: todos los tres dias estuvo en un cadahalso en medio de la iglesia, y todos ellos dijo la misa el arzobispo de Toledo, y hizo todos los otros oficios de las exequias. Predicó fray Francisco de Villalba, el segundo el que era Prior de Granada, el tercero fray Francisco de Ángulo: todos lo hicieron bien. Al cabo de los tres dias enterraron su cuerpo debajo del altar mayor y del muro de la iglesia que está junto á él.

 Hubo gran diferencia y altercación entre el arzobispo de Toledo y los otros letrados sobre la sepultura, porque unos decian que no se podia enterrar debajo del altar sino cuerpo sancto: otros afirmaban lo contrario. Al fin vinieron á concluir en un medio: que cavasen el muro de la iglesia, y en aquel seno pusiesen el cuerpo, de manera que tocase poco en el altar, y así fue hecho.

 La voluntad del Emperador fué que su cuerpo quede en Yuste, donde agora está: si el Rey su hijo quisiere traer aquí el cuerpo dé la Emperatriz, traigan también á la Reina Doña Juana. Luego se hizo correo al Rey con estas nuevas, y hasta saber su voluntad no consienten á ningún predicador ni cantor que salga desta casa para tornar á las suyas. Y porque no se ofrece otra cosa, no alargo.

De Yuste Monasterio de N. P. S. Hierónimo a 27 de setiembre de 1558, donde el gran Emperador Carlos V dejando reinos é imperio se retrajo con propósito de servir á Dios todos los dias de su vida, lo cual muchos años antes tenia determinado, y lo hubiera puesto en ejecución si los negocios de la cristiandad le hubieran dado lugar, como él mismo lo dijo algunas veces. 

 Á nuestro muy reverendo Padre General.

 

Notas

(1) Juan Regla

- Nació en la villa de Hecho (Huesca) el año de 1500, de una familia solariega. En la edad de 14 años fue a estudiar las humanidades y filosofía a Zaragoza, dice el P. Sigüenza, y estas facultades las estudió con poca continuidad, pues era pobre, como lo escribió él mismo en una carta que dirigió al Cabildo de la Seo de Zaragoza, siendo Confesor del César Carlos V, suplicando su favor, para que recayese su Magisterio mayor en el célebre Pedro Juan Núñez, teniendo en ella la bondad de persuadir la obligación en que estaba de mirar por el bien de la dicha santa iglesia, pues había sido su sirviente y había recibido la limosna del pan con su sello. Su honestidad de vida y el aprovechamiento en las ciencias eran tan notorias en este tiempo, que queriendo un caballero de esta ciudad dar un ayo virtuoso e instruido a dos hijos suyos que habían de ir a estudiar a la Universidad de Salamanca, lo eligió para este destino, que ejerció siete años, y en ellos repitió el estudio de la filosofía y fue discípulo en la Teología del sabio maestro dominicano fray Francisco de Vitoria.

Se aplicó también a la jurisprudencia canónica y puso notable cuidado en aprender las lenguas griega y hebrea, que poseyó con perfección; igualmente que la latina y diferentes idiomas vulgares de Europa, de modo que fue varón de raras prendas, santo y docto en filosofía, teología, cánones y otras ciencias. En la edad de 36 años volvió a Zaragoza y luego pensó en poner en práctica los deseos que hacía tiempo tenía de dejar el siglo. Pidió el hábito de monje jerónimo en el Real Monasterio de Santa Engracia de aquella ciudad, fue admitido en él y profesó su instituto.

Ordenado sacerdote fue en el confesonario y púlpito un religioso útil a la Iglesia y de tanta fama de docto, que el Emperador Carlos V lo nombró por uno de los teólogos que fueron de Aragón al Concilio General de Trento, y que estando de partida para el dicho Concilio, vino al referido monasterio de Santa Engracia Don Francisco Benavides, obispo de Mondoñedo, de su mismo instituto, y se fue en su compañía y con él volvió. Asistió al dicho Concilio desde septiembre de 1551 hasta el 18 de marzo de 1552, y lo mismo refieren las Actas capitulares del citado monasterio. Habiéndole el César señalado 1000 ducados para cada uno de sus viajes y gastos, conservó íntegra esta pensión; habiéndole dado todo lo que necesitó el obispo de Cuenca, Don Bernardo Alvarado de Fresneda, su grande amigo, y de dicha cantidad hizo fabricar las mejores porta-paces del mencionado monasterio, un frontal de brocado de tres altos, correspondiente a un terno que le había dado el Rey Fernando el Católico, un terno entero carmesí con galones de plata, faldones de lama y azalejas de telas diferentes y muchos selectos libros que trajo de Venecia, de los cuales le hizo donación de 1435 para la librería.

Suspendido el Concilio, regresó al referido monasterio, donde fue electo Prior en 1553, y reelecto en esta superioridad; tiempo en que el año de 1556 lo eligió el mismo Emperador por su confesor, y el general de su religión le obligó a aceptar este cargo. En Jarandilla lo recibió el dicho soberano con particulares muestras de benevolencia y entró con el mismo en el Monasterio de Yuste el 3 de febrero de 1557, donde permaneció hasta 1558, en que murió en sus manos. Habiendo quedado su testamento pasó a Madrid a informar al Rey Felipe II de sus encargos. Este Monarca le continuó el aprecio que había merecido de su padre, y le obligó a admitir una pensión de 400 ducados sobre el obispado de Calahorra, donde dejaba 100 para los pobres de la diócesis, remitiendo los demás al monasterio de Santa Engracia para que mejor pudiera acudir a sus gastos. Desembarazado de su testamentaría se retiró a él en 1566, y en 1567 fue su prior de él por tercera vez. El 8 de octubre de 1568 le encargó aquel monarca que recibiese en Zaragoza las reliquias de San Justo y San Pastor, de San Orencio y Santa Paciencia, que le vendrían de la ciudad de Huesca para que las trajese al Escorial, como lo hizo con particular gusto de S. M.; y no le tuvo menor cuando fue elegido Prior de San Jerónimo el Real de Madrid para poderlo tener en la corte y por su consejero y confesor en falta del Sr. Fresneda; tiempo en el que le ofrecieron varias mitras y otras dignidades, que rehusó con gran resolución y constancia.

Fue Procurador de san Lorenzo en el capítulo general de abril de 1573. Ordenó el Rey que se hablase con fray Juan Regla, fray Hernando de Ciudad Real y fray Francisco de Villalba sobre las costumbres del colegio. Siempre fue ejemplar su desinterés, y con él y la práctica de sus virtudes. Falleció en El Escorial a 16 de agosto de 1574, de edad de 74 años. En el monasterio de Santa Engracia de Zaragoza se conservaban dos retratos suyos con inscripciones en las estaciones de su claustro mayor y de su librería. La villa de Hecho, su patria, también conservaba su retrato en su Iglesia Parroquial. Poco después de morir, se conoció que había estado implicado en las maniobras para cambiar la forma de elección del General y de los priores.

Fernando Pastor Gómez-Cornejo.

"Referencias biográficas y bibliográficas de los monjes de la OSH"  Madrid, 2020.

 

 

 

Fuentes

Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España

por

D. Miguel Salva y  D. Pedro Sainz de Baranda,

Individuos de la Academia de la Historia.

Tomo VI p.667.

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