sábado, 3 de julio de 1580

Edad:
53 años

Cómo acabó de desembarcar nuestro exército y passó a Cascaes.

A los treynta de julio acabaron de desembarcar antes de mediodía, tan libremente que no uvo quien se lo contradixesse, y se fueron luego hazia donde estava el Duque en la hermita, la qual tenía una talaya que servía de lanterna, toda por lo alto aventanada de vidrieras para que los navegantes de noche vean de lejos la lumbre y no se pierdan. Estava en la hermita un hermitaño de buena vida con la barba y cabello casi hasta la cinta, el qual tenía cuydado de acender en aquella lanterna cada noche que hazía escuridad una hacha, que para ello tenía renta la talaya.

Y como los de Cascaes havían visto que don Antonio de Castro, señor de la villa, se havía ydo a Setúbar y offrecídose al servicio de su Magestad, parecioles que con el gran reparo que los portugueses tenían en los castillos de su costa y en los dos desembarcaderos, no serían poderosos los castellanos a tomar tierra por aquella parte, y que don Antonio de Castro, por ventura, ya no entraría más en sus tierras. Acordaron de rebelarse, ansí por esta sospecha como porque vieron todos los castillos de aquella costa rebeldes y que por ellos pudieran ser destruydos, que sólo esto los desculpava. Y quando nuestra armada passó a la vista de Cascaes, el castillo disparava sobre ella, y ansí fue forçado passar adelante a desembarcar a la parte donde havemos contado, lo qual entendido por los de Cascaes, y que el Duque con el exército havía hecho assiento en la hermita, y que otro día les podría sitiar la villa, acordaron de venir a darse al Duque aquella noche, y el castillo no se dio, el qual es de la corona de Portugal.

Y otro día siguiente como acabassen de desembarcar los nuestros y llegassen a la hermita donde el Duque estava, les mandó dar orden para que luego marchasse todo el exército a Cascaes, y en acabando de arrancar partió el Duque, y con él los continos, y entraron en Cascaes adonde alojaron en las casas, y la infantería en campaña.

Y la gente de Cascaes se havía ydo huyendo a Lisboa antes que el exército llegasse, con temor de ser saqueados y que acaso les harían algún mal tratamiento los castellanos. Y llevaron consigo lo que más pudieron de sus bienes, y luego la infantería començó a saquear lo que havía quedado, y no se saquearon muchos bienes que don Antonio de Castro havía recogido en la yglesia suyos y de otras personas que se los havían encomendado, porque el Duque mandó que no llegassen a ellos, ansí por estar en la yglesia como por ser bienes puestos por mano de don Antonio de Castro, a quien era cosa justa se tuviesse consideración de hazerle merced por la lealtad con que servía a su Magestad.

Y aunque todas estas cosas que havemos contado passaron a vista de los que defendían el castillo, que junto a Cascaes havía, en el qual bate la mar, nunca se havían querido rindir a partido, antes disparavan sus pieças, y havían muerto algunos soldados, aunque pocos.

Fuentes

Antonio de Escobar,

 "Verdadera recopilación de la felicíssima jornada que la Cathólica Magestad del rey don Felippe nuestro señor hizo en la conquista del reyno de Portugal", impresa en Valencia, en casa de la viuda de Pedro de Huete, en 1586.

ed. de Amparo Alpañés

Anexos de la Revista Lemir (2004)

 

 

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